Había nacido el 10 de noviembre de 1886. En su adolescencia, en Tronchón, fue mensajero de a pie,
llevando el correo entre los pueblos vecinos. Aprendió también el oficio de herrero y trabajó en
una herrería del pueblo hasta los 20 años de edad, aproximadamente. El gusto por los trabajos en
hierro, lo acompañaría durante toda su existencia.
Ver foto de la herreria
Emigró, como tantos jóvenes de Tronchón, y de la mano de don Miguel Escorihuela, comenzó a
trabajar en un almacén de ramos generales que el nombrado tenía en el centro de la ciudad de
Mendoza. Por ese entonces, don Miguel, ya incursionaba también en la vitivinicultura.
Al poco tiempo, y gracias a su empeño, David Gascón, logró independizarse y con el apoyo de don Miguel, abrió su propio almacén. Se casó por poder con Rafaela Mateo, su novia, que permanecía en Tronchón, a quien trajo a Mendoza. Tuvo un hijo, José María Gascón (mí padre). La bonanza en el negocio le permitió comprar otro local nuevo y más amplio, y al tiempo hizo que sus padres , José María y Casimira Julve, vinieran también de Tronchón a Mendoza. En 1925, a los 39 años de edad, falleció su esposa Rafaela, y tres años más tarde, David Gascón se casó con doña Luisa Thibón, de cuya unión nació David Gascón (h), quién con el correr de los años, y por esas raras coincidencias de la vida, llegó a convertirse en enólogo jefe de la Bodega Escorihuela, aquella que había fundado don Miguel, y que administraba entonces sus descendientes.
Mí abuelo, me cuentan quienes lo conocieron, fue un hombre de principios, tesonero, leal y trabajador. De carácter severo, era sin embargo muy alegre y un gran cultivador de la relación entre sus amigos, y sobre todo los paisanos del pueblo, con quienes se frecuentó hasta su muerte acaecida en el año 1951. Con su acordeón animaba las reuniones y era infaltable también en los carneos (matanzas), para la elaboración de los embutidos al gusto aragonés. Fue un amante de la buena cocina, y en sus bolsillos nunca faltaban las golosinas para los niños, quienes esperaban siempre ansiosos, la llegada de "don David".
Siempre añoró a Tronchón, y su amor al pueblo, al que no pudo regresar nunca, se lo pasó a sus hijos, y a través de ellos a sus nietos”.