El texto de la nota es el siguiente; "El 13 del mismo mes de abril de dicho año 1708 vino el conde D'Espinay, coronel de Cantavieja, con 200 soldados. Estuvieron dos noches y pusieron a Gabriel Escorigüela, jurado mayor, en la cárcel con un soldado borracho para que lo maltratara y le dio de puntapiés y trató muy mal y se llevaron la Cruz Mayor y la plata de la Iglesia y plata de todos los vecinos y se vio el lugar en una muy grande aflicción como consta en el Libro Verde de Casa la Villa en la que cuenta de dicho Jurado".
En pocas palabras, Escorigüela nos pone ante los ojos la escena de un
saqueo de la Villa, con su secuela de malos tratos que, se supone, no se
limitarían al encierro y pateo del Jurado Mayor.
Hemos tratado de esclarecer un poco lo ocurrido, sus causas y posible
Verde, o libro de cuentas, en el que los Jurados llevaban la contabilidad, asi
como otros documentos. De nuestras pesquisas hemos podido deducir que
no fue la tranquilidad la característica de la primavera de 1708 en la Bailia de Cantavieja.
A fines de 1707 se hizo público un bando ("placarte" les llama a veces Escorigüela, contagiado de la jerga franco-española que se debía usar en el ejército de las Dos Coronas) del Duque de Orleáns, generalísimo de las tropas de D. Felipe V, en el que se establecía el sistema de cobro a que debían atenerse cuantos hubieran dado granos, harina, cebada, paja, pan, etc, a los proveedores españoles y franceses del Ejército, asi como los que hubieran aportado caballerías de carga, o "bagajes" (otro termino de la jerga), y trabajo personal sin haberlos cobrado. Todos ellos debían hacer unos recibos y presentarlos en Zaragoza a los Comisarios Reales D. José de Ucedo y D. Francisco Fouquet de Beauregard para su aprobación.
Este sistema se hacía extensivo a las contribuciones que los pueblos entregaban para las tropas. Los recibos debían llevarse a Zaragoza por medio de un sindico y, una vez aprobados, ajustarías cuentas con los jefes militares.
El 1° de abril, manda un escrito circular a los Ayuntamientos de Tronchón, Fortanete, La Iglesuela y Mirambel para que "se vengan a pasar las cuentas con todos los recibos, pues han pasado ya los cinco dias de tiempo que les dí para traerlos de Zaragoza y no puedo esperar más".
Esta carta llega a Tronchón el dia 2 procedente de La Iglesuela y acompañada de otra del Justicia y Jurados de dicha Villa rogando a los de Tronchón que den aviso de la llegada del síndico y, en caso de no poder acudir a Cantavieja, "den satisfacción al coronel con una carta".
No debió llegar el sindico y la Villa de Tronchón manda la carta al coronel por medio del justicia y jurados de Cantavieja quienes, el día 3 escriben para avisar que el coronel no admite explicaciones y, si debe abandonar la Baylia sin poder ajuslar las cuentas, "se llevará los 600 reales de a ocho depositados, todas las caballerías de los lugares y las personas que le parecerá de ellos". Agregan los de Cantavieja que no pueden darle a entender al coronel "que los lugares desean justificarse".
El día 4 D'Espinay emplaza a los lugares para que el día siguiente. Jueves Santo se presenten a "ajustar las cuentas de la contribución".
No sabemos si vino o no el síndico, pero la noche del 13 al 14 el coronel "sube" a Tronchón a ajustar las cuentas a su modo. ¿Qué pasó en los demás lugares? Lo deducimos de una carta del Justicia y Jurados de Fortanete que escribieron a los de Tronchón el sábado día 14 de abril, que transcribimos: Mui Señores nuestros: aier viernes dia 13 tubimos noticia de que fueron a esa Villa el Coronel de Cantavieja con los soldados, lo que nos sirve de mucho desconsuelo. Nosotros estuvimos aier viernes en Cantavieja, por aviso de Miguel Vicente de anteayer, diciéndonos que dia viernes estaban rresueltos para venir a Fortanete y que Biranbel y La Iglesuela avian estado dia miércoles con un pedaco de dinero y la plata de las Yglesias que es el mayor sentimiento que podemos tener todos y, visto la noticia que nos dio Miguel Vicente, llevamos un pedaco de dinero y la plata de Yglesia y asi estamos con sentimiento del pesar en que V.Ms. se han visto...
Suplicamos a V.Ms, que nos participen del modo que se han comportado con V.Ms. para que nosotros podamos tomar la norma con esos señores si vienen por acá...
¿Qué pasó entre Miguel y Gabriel?
No sabemos si Miguel no avisó a
Gabriel o si Gabriel no hizo caso, para mal de sus costillas, del aviso de Miguel
La magnitud de lo que se llevó el conde podemos conocerla gracias al
detalle con que Vicente Escorigüela, en su calidad de secretario del
Ayuntamiento, lo anotó en la cuenta de su hermano, el jurado mayor: "Año
de Guerras. - Gabriel Escorigüela Alloza, Jurado Mayor de Tronchón en
el año 1707(1) y cargo que se hizo en su año aparte por causa de las
guerras por ser año muy señalado y de muchos gastos excesivos".
Ocupa
once folios y su montante es de 6.557 libras, 17 sueldos y 3 dineros.
Esta cantidad triplica lo gastado por el jurado mayor del año 1706-1707, por lo que nos explicamos la consternación que debía reinar en la Villa.
La plata requisada por D'Espinay pesó cerca de los ocho kilos (263 onzas, 3 cuartos y 3 arriendos) y se valoró a razón de 9 reales la onza.
La relación de lo que la villa acreditó a los donantes de plata, para
pagárselo, comprende treinta y tres nombres.
El vicario D. Gregorio
Lorenzo entregó 22 onzas procedentes del legado de doña Ursula Colás,
fallecida el año anterior, 20 onzas de su propiedad y 50 onzas de la ermita
de San Miguel y de la Cofradía Mayor.
Detrás de estas cifras, las contribuciones mayores fueron las del
concesionario de la carnicería, Felipe Gonzalbo (70 onzas); el notario
Nicolás Zapater (40 onzas), Julián Alloza mancebo, (34 onzas); el doctor
Vileta, médico, (10 onzas); el maestro D. José Nuñez (10 onzas); Miguel
Escorigüela (9 onzas); el Jurado mayor, (7 onzas); el boticario Cister (2
onzas); el cirujano Monserrate (1 onza); Vicente Escorigüela, secretario y escribano (1 onza).
No se cita el peso de la Cruz Mayor de la Iglesia.
No se paró aquí el francés, pues "por un derecho que dixo tener a cobrar del
lugar 20 doblones", se llevó una cadena de oro de 5 onzas y 2 arienzos,
también del legado de dona Ursula Colás para hacer dos cálices, uno para
la ermita de San Antonio de Padua y otro para una capellanía que había
fundado en Fortanete.
El valor de la cadena lo recuperó en Zaragoza, el año 1709, don Manuel de Sada y Antillón, comendador de la Villa.
En dinero efectivo se llevó 380 libras, a las que hasta el dia 3 de mayo hubo que añadir, "por falta de raciones, derechos de comisario y sargento mayor, pago del mes de mayo... y por aquellos títulos le pareció pedimos, pues no se le podía replicar en nada de lo que pedían por estar a cada palabra amenazando con cárceles y extorsiones", doscientas "que prestó Jacinto Ariño", "10 escudos dio Jayme Rubio" y 30 libras que "había pagado Cantavieja y nos las hicieron pagar por no tener apoca y hubimos de pasar por ello".
En 1712 otro conde, esta vez el "Conde de la Noe", (según lo escribe
Escorigüela), quien con 236 soldados, guardias valonas, ocasionó
penalidades.
Dice Escorigüela, "se hizo fe jurada de lo que gastaron,
hicieron otra contafé y no se pagó nada". Se llevaron además 5 caballerías
o "bagajes".
Y en 1720 hubo que apelar de nuevo a pedir plata (30 onzas, 22 cuartos y 20 arienzos) a los vecinos además de toros, ganado menor, camas, etc. "para sacar a los soldados".
A estas molestas visitas se unieron impertinentes demandas como la del gobernador de Caspe que exigió de la Baylia el envió mensual de una cuantiosa cantidad de queso para "su mesa", lo que obligó a intervenir al generalísimo de las tropas para poner las cosas en orden, o extorsiones, como la que denota una carta, sin fecha, en la que un tal Dufour amenaza con mantener en la cárcel "hasta matarle de hambre" a un tal Carbó si no "se redime" con la entrega de cuarenta y seis carneros.
No todo eran penas, sin embargo, en 1721, el secretario del Ayuntamiento en aquella fecha, certifica el paso de un batallón español, con su tren y equipajes "habiéndose portado bien sus oficiales y soldados,.. y en casa de sus patrones han estado con toda quietud y apacibilidad ".
(I) Los jurados se renovaban anualmente en " San Miguel de Septiembre" y ejercían su cargo hasta la fecha de S. Miguel del año siguiente.